REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
En el siglo XVIII, la sociedad británica experimentó una
serie de transformaciones económicas, sociales y culturales que asomaban por
todos lados: el campo veía expandir las propiedades y migrar gran parte de sus
pobladores, las ciudades crecían y, desde lejos, se podía ver el Humo de las
máquinas.
La riqueza aumentaba y se acumulaba mientras miles de
hombres, mujeres y niños trabajaban desesperanzados y hambrientos. Este nuevo
sistema de producción industrial, apoyado en un constante progreso tecnológico,
consolidó un mercado a nivel mundial y generó una división internacional del
trabajo, gracias a lo cual unos países se especializaron en productos
industriales y otros en materias primas. Este proceso permitió el surgimiento y
desarrollo de un nuevo sistema económico: el capitalismo.
Contexto Geográfico de la Revolución industrial
Para el siglo XVIII, Gran Bretaña comprendía los
reinos de Inglaterra, Irlanda y Escocia, que se unió en 1707. Actualmente, está
formada por dos islas principales al noroeste de Europa, y se encuentra rodeada
por el Océano Atlántico, el mar del Norte y el canal de la Mancha , que la separa del continente europeo.
Las industrias textiles, de hierro y de carbón,
se concentraron en el condado de Lancashire y las ciudades de Manchester, Leeds, Sheffi eld, Bristol, Birmingham,
Derby, Glasgow, Edimburgo, Newcastle y Londres.
Su posición geográfica, así como el desarrollo
de una gran flota mercantil y una
poderosa Armada Real que se impuso a otros países europeos, le permitió
a Gran Bretaña dominar los mares y las rutas comerciales marítimas más
importantes.
Revoluciones
Burguesas
Para el siglo XVII, Gran Bretaña era gobernada por una monarquía
absolutista. Sin embargo, la burguesía mercantil en
ascenso buscaba participar en el gobierno. Sus esfuerzos culminaron en 1688
cuando, en un acuerdo con los nobles, derrocó al rey
Jacobo II. Así nació el sistema de monarquía parlamentaria, es
decir, el gobierno compartido de la
Corona y el Parlamento.
Este se dividió en la cámara de los Lores,
conformada por los nobles, y la cámara de los Comunes,
integrada por los burgueses. Además se adoptó la Declaración de
Derechos, con la cual se subordinaba
el
poder ejecutivo al poder legislativo.
Cambios
en la Propiedad
de la Tierra
Desde el siglo XVII, los grandes terratenientes fueron
acumulando cada vez más tierras comunales, bosques, terrenos arables y otros
dedicados al pastoreo. Con la Ley de Cercamientos de
1727, se legalizaron estas apropiaciones. En 1820, solo el 3% de las tierras
estaban sin cercar. Los terratenientes fueron implementando una agricultura
para el mercado, en lugar del sistema de autosuficiencia. Además, muchos
campesinos fueron expulsados de sus tierras, por lo que tuvieron que vender su
fuerza de trabajo para subsistir, aumentando el número de trabajadores asalariados.
Revolución agrícola
Desde 1720 se experimentó un incremento de la producción de
alimentos, gracias a la mayor productividad de la tierra. Esto se debió a
nuevas técnicas de producción agrícola como el uso de abonos de origen animal,
la incorporación de nuevas plantas como el maíz y las patatas, y el uso de
herramientas de hierro para el arado. La agricultura británica pudo alimentar a
una creciente población no agraria, que ahora migraban hacia las ciudades en
busca de nuevos empleos.
Revolución
Demográfica
Gracias a las mejoras en la salubridad y en la producción
agrícola, la tasa de mortalidad disminuyó y se presentó un ritmo sostenido de
crecimiento de la población a partir de 1740. Se pasó de 6,5 millones de
habitantes en 1750, a 9,3 millones en 1801, y más de 16 millones en 1841. Esta
explosión demográfica representó un aumento en la demanda de alimentos,
productos manufacturados y combustibles.
Fundamentos
de la Revolución
industrial
El proceso de industrialización británico se apoyó en un
mercado interior bastante desarrollado, una posición hegemónica en el mercado
mundial y el respaldo del gobierno.
El
Mercado Interno: Gran Bretaña desarrolló internamente
una economía de mercado, con productos y servicios para la circulación
mercantil, y un sector Manufacturero en crecimiento que pudo ir acumulando
capital para la inversión en equipos tecnológicos. Se construyeron
canales, carreteras y puentes, para mejorar el transporte y la comunicación en
el interior de la isla, conectando las ciudades para conformar un mercado
nacional amplio. Además, se eliminaron las antiguas trabas feudales como las
aduanas internas y los pagos de permiso de paso por las tierras de los grandes
señores.
De
esta manera, podía circular libremente la creciente producción de carbón,
hierro, alimentos y manufacturas.
El
Mercado Externo: Gracias a su poder naval, Gran Bretaña
consolidó un vasto imperio que le aseguró el suministro de materias primas, y
el monopolio sobre amplios mercados coloniales. De Asia, África y América,
obtenía algodón, azúcar, té y tabaco, al tiempo que satisfacía la creciente
demanda, primero de telas de algodón, y luego de capitales para invertir en el
sector productivo.
El comercio colonial intensificó la esclavitud,
desde los proveedores de esclavos y de productos para su manutención, hasta su
explotación en tareas agrícolas y mineras en las colonias.
El Gobierno: Los
comerciantes estaban bien representados en el gobierno y, poco a poco, los
intereses crecientes de los manufactureros también fueron impulsados. La
política imperial y las guerras se orientaron a eliminar la competencia y a
aumentar las exportaciones británicas. Por ejemplo, en 1700 se prohibió la
entrada de textiles de la India ,
y en 1813 se obligó a esta colonia a importar masivamente tejidos de algodón
del Lancashire. Asimismo, el gobierno impulsó la innovación técnica en barcos y
cañones, con lo cual se promovió el desarrollo de industrias como el hierro y
el carbón.
Principales
cambios en la Revolución
industrial
Avances
tecnológicos
La aparición de las máquinas significó una gran ruptura con
las tradicionales formas de producción. Los primeros avances técnicos fueron
sencillos y baratos, aplicando los conocimientos científicos y las fuentes de
energía que ya se conocían, como la hidráulica y el vapor.
Gracias a estos adelantos, se multiplicó la producción en las industrias textil y pesada.
Inventos como el torno de hilar, en
1764, y el telar hidráulico, en 1769, superaron las técnicas
manuales y especializaron la mano de obra. Sin embargo, el invento que
revolucionó la producción fue la máquina de vapor de Watt y Boulton.
Este avance se aplicó a la minería, a los textiles y a los transportes, con la
invención del barco de vapor y el ferrocarril.
Nueva
organización del trabajo.
La producción industrial que remplazó al taller y a la
familia se concentró en las fábricas. Estas eran espacios
donde se combinaban las máquinas con los obreros especializados asalariados,
quienes se enfrentaron a un nuevo modo de vida: un ritmo de trabajo con
jornadas de 12 a 16 horas diarias, en muy malas condiciones, sometidos a la
disciplina laboral del patrón, con bajos salarios y el riesgo permanente de
perder el empleo. Aunque inicialmente se ubicaron en el campo, luego se
instalaron y crecieron en las ciudades.
Urbanización.
Los cambios en la estructura agraria y la proliferación de
industrias en las ciudades estimularon un fuerte proceso de urbanización desde
finales del siglo XVIII y todo el XIX.
Las ciudades industriales crecieron de manera desordenada, y
se caracterizaron por los barrios obreros, muy pobres, contaminados y con
graves problemas de salubridad.
Estos centros urbanos ampliaron la demanda de artículos y
productos elaborados en el mercado interior británico. Por ejemplo, el carbón
se utilizaba como calefacción en los hogares y, para 1842 este uso doméstico
consumía 20 de las 30 millones de toneladas anuales que producían las minas
británicas.
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